Prosalus es una ONGD que trabaja desde 1985 por la promoción de la salud en Bolivia, Perú y Mozambique. Partimos de la convicción de que cualquier persona, por el hecho de serlo e independientemente de su raza, credo, sexo, nacionalidad, lugar de residencia, estado civil o cualquier otra circunstancia, tiene un conjunto de derechos que son universales, inviolables e inalienables, entre los que se encuentran el derecho humano a la salud, a la alimentación y al agua.



17 ago 2009

¿Quién se beneficia del hambre?

La revolución silenciosa del hambre se ha convertido en un grito mundial que de Norte a Sur y desde el Este al Oeste del planeta está convulsionando a sociedades muy diversas: opulentas unas y empobrecidas otras, todas ellas se rebelan contra la inseguridad alimentaria que, como espada de Damocles, pende sobre la humanidad. Según la FAO, en muchos países se han originado revueltas por la carestía sin límite en los precios de los alimentos básicos (arroz, trigo, remolacha, caña de azúcar, soja…): el año pasado en México y Birmania, este año, hasta hoy, en Egipto, Marruecos, Haití, Indonesia, Filipinas, Senegal, Camerún, Burkina Faso y un etcétera de casi 40 países.

Desde la campaña “Derecho a la alimentación. Urgente” que coordina Prosalus se viene destacando la necesidad de garantizar el derecho a la alimentación, lo que significa tres obligaciones básicas para los Estados: respetar, proteger y garantizar ese derecho. Respetar el derecho a la alimentación obliga a los Estados a no adoptar medidas que impidan el acceso a los recursos productivos. Proteger obliga al Estado a velar para que las empresas o los particulares no priven a las personas del acceso a la alimentación adecuada. Garantizar obliga al Estado a potenciar el acceso y la utilización por parte de la población de los recursos que aseguren sus medios de vida, entre ellos, los alimentos. Además, cuando una persona o un colectivo sea incapaz, por razones que escapen a su control, de disfrutar el derecho a la alimentación adecuada por los medios a su alcance, el Estado está obligado a hacer efectivo ese derecho. (Comunicado de la campaña, 7.05.2008).

¿Qué está pasando? En opinión del periodista Ignacio Ramonet, director de Le Monde Diplomatique, el aumento de los precios de los alimentos se debe a cuatro razones fundamentales. 1ª) Países emergentes como China, India y Brasil han modificado sus hábitos alimentarios y comen más carne; ya se sabe, también los animales necesitan alimentarse, básicamente de cereales: se estima que para obtener un kg. de carne de vacuno, se necesitan 16 kg. de alimento. 2ª) La producción de agrocarburantes se está realizando “invadiendo” las tierras destinadas hasta hace poco a cultivos para la alimentación humana. 3ª) Encarecimiento del coste de los transportes debido al alza del precio del petróleo. 4ª) La especulación financiera. Actualmente, los fondos de inversión han optado por los productos alimenticios -soja, trigo, arroz y maíz- lo que provoca alzas descomunales. “Se estima que la especulación está causando el 10% de las subidas de los alimentos”, según afirma el mencionado periodista. La seguridad alimentaria preocupa incluso en los países desarrollados porque, en opinión de Dominique Baillard (Le Monde Diplomatique, mayo 2008) “Desde hace varios años se observa una diferencia entre la oferta y la demanda. Las existencias finales –lo que queda en los silos de los países productores antes de iniciarse la cosecha- se contraen, mientras que la demanda crece: el mercado ya no se regula por el crecimiento de la oferta, sino por la utilización de las reservas acumuladas en los grandes países exportadores”.

¿Dónde están los gobiernos de los Estados para hacer frente a esa avalancha de políticas económicas, comerciales y financieras de las que se benefician unos pocos y mantienen en la cuerda floja de la inseguridad alimentaria a la mayor parte de la humanidad? Ya pueden surgir denuncias desde la sociedad civil, si los poderes públicos se quedan como simples observadores y no aplican políticas de Estado coherentes para enfrentarse, especialmente, a los desmanes financieros y comerciales, poco o muy poco avanzaremos en el camino de la soberanía alimentaria. (Para más información: www.derechoalimentacion.org)