Prosalus es una ONGD que trabaja desde 1985 por la promoción de la salud en Bolivia, Perú y Mozambique. Partimos de la convicción de que cualquier persona, por el hecho de serlo e independientemente de su raza, credo, sexo, nacionalidad, lugar de residencia, estado civil o cualquier otra circunstancia, tiene un conjunto de derechos que son universales, inviolables e inalienables, entre los que se encuentran el derecho humano a la salud, a la alimentación y al agua.



11 ene 2010

Crisis alimentaria, climática y financiera

Hace algunas semanas, en el nº 174 de la revista Time, aparecía un artículo titulado “las 10 peores cosas de la década”. El listado comenzaba con el controvertido recuento de votos en Florida, que dio la victoria al señor Bush, pasando por el derrumbe de las Torres Gemelas, Afganistán, Irak y Guantánamo, el tsunami del 2004, el huracán Katrina y la crisis financiera, con la caída de grandes empresas, símbolo del sistema capitalista. Y ni una sola mención para la cifra histórica de los más de mil millones de hambrientos, alcanzados en el 2009.

Después de un siglo XX cargado de guerras, que ha llenado los bolsillos de unos pocos y cubierto grandes zonas del Planeta de muerte y miseria, después un crecimiento industrial basado en el consumismo y en maximizar los beneficios a cualquier precio y después de que unos pocos mandatarios y grandes empresarios diseñaran un mundo a su medida, el resultado es un mundo en coma profundo.

Desde mediados del año 2008 hasta septiembre del 2009 el G-8 destinó para salvar el sistema financiero, 18 billones de dólares, frente a los 20.000 millones de dólares que se destinaron para paliar el hambre en el mundo.

En la III Cumbre Mundial de Seguridad Alimentaria, organizada por la FAO en Roma en el mes de noviembre de 2009, se estableció que serían necesarios al menos 40.000 millones de dólares al año para cubrir las necesidades de la agricultura y comenzar a hablar de posibilidades de acabar con el hambre en el mundo. Sin embargo, la declaración final de la Cumbre dejó en el aire los compromisos concretos y medibles, al igual que tampoco se determinó cómo y cuándo se canalizaría el dinero. El resultado se veía venir desde el primer día, cuando no participó ningún líder de las principales economías del mundo.

Para el Foro Paralelo de Sociedad Civil “la Soberanía Alimentaria es la solución real a la tragedia del hambre en nuestro mundo”, e “implica transformar el sistema alimentario actual para asegurar que quienes producen los alimentos tengan un acceso equitativo al control sobre la tierra, el agua, las semillas, la pesca y la biodiversidad agrícola”.

En cuanto al otro gran foco de la crisis, en la que ya estamos, pero que se avecina mucho más difícil, la Cumbre sobre Cambio Climático de Copenhague no era una discusión “ambientalista”, sino una discusión económica. El resultado de esta reunión mundial, que generó tantas expectativas, ha sido frustrante. Una declaración política sin validez legal vinculante. Un acuerdo de mínimos alcanzado a última hora, que aplaza la adopción de compromisos firmes para dentro de un año en la ciudad de México.

Para los asistentes a la VIII Cumbre de Jefes de Estado y Gobierno de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), que se celebró a mediados de diciembre en La Habana, “la crisis ambiental es consecuencia del sistema capitalista, del prolongado e insostenible patrón de producción y de consumo de los países desarrollados, de la aplicación e imposición al resto del mundo de un modelo de desarrollo depredador y de la falta de voluntad política para el cumplimiento pleno y efectivo de los compromisos y obligaciones previstas en la Convención y el Protocolo de Kyoto”.

Según cifras de la Coalición Clima, en la que participan cerca de 30 organizaciones ecologistas, de desarrollo, de consumidores, etc. “los responsables históricos del cambio climático deberían aportar fondos públicos por valor de 100.000 millones de euros al año para 2020, que deben ser adicionales a los compromisos de Ayuda Oficial al Desarrollo”.

La crisis económica mundial ha cuestionado el paradigma del "libre comercio" y todo el sistema económico internacional basado en el predominio del capital financiero y los intereses de las multinacionales, lo que ha conducido a una catástrofe energética y alimentaria. Las cifras no dejan lugar a dudas, el 89,3% del total de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero (GEI) se originan en la industria, incluyendo la ganadería y la agricultura industrial y por el uso y producción de energía.