Diálogo abierto por Alejandro Sanz Angulo
Mi segunda semana en Cochabamba la pasé casi en su mayoría en Anzaldo, municipio del Valle Alto que comprende cerca de 30 comunidades campesinas repartidas por lo alto y bajo del valle. Estas comunidades se encuentran remotas unas de otras para cualquiera que no pertenezca a ellas, pero cercanas bajo la percepción local. O eso se deja entender de la afición al diminutivo con la que se refieren a las distancias. En la comunidad de Botijani acompañé a María, una técnico de CIPCA, a visitar con los lugareños las zonas de las que pretenden conseguir abastecerse de aguas para sus riegos. Bajo un sol traicionero anduvimos y anduvimos recorriendo cauces de ríos, subiendo lomas, bajando quebradas y volviendo a subir colinas para descender a un nuevo valle. Las referencias espaciales del anzaldino que nos guiase en cada ocasión siempre eran las mismas: “está aquisito”. Cualquiera entendería de esta fórmula que se trata de un aquí pequeño, es decir, un aquí muy cercano. Pero para alguien como estos campesinos acostumbrados a recorrer andando largas distancias sin duda ese paseo era poco. Para cualquier urbanita esos lugares no estaban en un lugar denominado aquí y mucho menos sito.
Huelga decir que, precavido como soy y pese a las advertencias, salí sin gorro lo cual otorgó a mi cuello y mi cráneo un color cangrejil característico del gringo que ya he dicho que soy.
Pese a que la mayoría de la gente entiende el castellano, la vida en estas comunidades es en quechua lo cual dificultó bastante mi comunicación así como la compresión de algunas de las reuniones y talleres a los que asistí. Pese a este pequeño déficit la experiencia fue más que enriquecedora: ver de primera mano las duras condiciones de vida de esa gente sometida a la lucha diaria y a la incertidumbre provocada por los caprichos del tiempo; asistir a reuniones de organizaciones como la ARSARA (Asociación de Riegos y Servicios para Atajados y Repesas de Anzaldo) en las que se aprecia la labor de organización y fortalecimiento comunitario (no sin la ayuda de ONGs de larga trayectoria en el municipio como CIPCA) mediante los que se logra la sensibilización mutua, el intercambio experiencias y la unión de fuerzas y voces; visitar a una familia y que de lo poco que tienen para comer te saquen un plato al que indudablemente no te puedes negar aunque también te hayan convidado las familias anteriores... Solo con esto podría volver a España habiendo aprendido y vivido más de lo esperado. Por suerte todavía me queda más por conocer.
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