María Méndez, desde Quispicanchi (Perú)
Resulta impactante ver el trabajo realizado y el impacto que ha tenido en las familias. Antes no había costumbre de comer verduras en la zona pues son zonas muy altas que sólo producen papas, una gran variedad, pero solo eso. Algunas veces las familias cuando tenían algo de dinero compraban alguna zanahoria, una lechuga, porque no les alcanzaba para más. Desde que tienen los invernaderos producen acelga, cebolla, beterraga (remolacha de mesa), calabacín e incluso algunos han empezado a producir fruta: melón y fresas.
Han pasado de comer verduras de vez en cuando, a comerla todos los días, en todas las comidas. Los niños entran solos en el invernadero y cogen su fruta y su verdura. Todo lo que producen lo consumen, prácticamente no venden nada, como mucho hacen trueque con sus vecinos de comunidad. Han aprendido a comer de manera balanceada, mezclando las hortalizas con proteínas e hidratos de carbono. Al inicio del proyecto se midió el grado de anemia nutricional y se ha pasado del 100% a reducirse al 20%!
Fue fascinante el encuentro con los asociados. Habían sido convocados a una reunión y como en otras ocasiones esperábamos que aparecieran unas 20 personas, de las 100 que constituyen la asociación. Vinieron cerca de 80! Todos sentados, en el campo, sin parar de contar las maravillas de los invernaderos y de pedirlos para quienes todavía no los tienen. Fue impresionante!
Esto es sólo un ejemplo de los logros en salud. La alimentación de la zona ha cambiado y aunque tendrán que trabajar mucho en consolidar la asociación de productores, ya no hay marcha atrás!
Esto es sólo un ejemplo de los logros en salud. La alimentación de la zona ha cambiado y aunque tendrán que trabajar mucho en consolidar la asociación de productores, ya no hay marcha atrás!
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